Agradecido a Rosa por compartir su experiencia viajera.
Existen muchas formas de viajar: física, emocional, mental, a través de la imaginación o astralmente
(ver: David Graña Solé, Memorias de un viajero astral), además de la capacidad de algunas personas que por nivel de conciencia o a través de herramientas espirituales son capaces de sin moverse físicamente de visitar un lugar y explorarlo y estas imágenes aparecen en su mente, pero no son exactamente imágenes mentales ni producidas por la imaginación, ya que cuando posteriormente visitan el lugar corroboran lo que han visto anteriormente.
Pero centrémonos en el viaje físico y lo que nos puede aportar. Cuando viajamos indudablemente hay un proceso de descubrimiento, especialmente cuando lo hacemos a un lugar que no hemos visitado anteriormente, que incluye factores como la sorpresa, el asombro, el deslumbramiento e incluso el anonadamiento, entre otros.
Tikún
El sendero del Tikún
Pero centrémonos en el viaje físico y lo que nos puede aportar. Cuando viajamos indudablemente hay un proceso de descubrimiento, especialmente cuando lo hacemos a un lugar que no hemos visitado anteriormente, que incluye factores como la sorpresa, el asombro, el deslumbramiento e incluso el anonadamiento, entre otros.
Todo viaje implica una adaptación, e incluso aclimatación, al sitio que visitamos, lo que supone cierta flexibilidad por nuestra parte y nos invita a conocer otras formas de vivir, de ser y de expresarse, de modo que amplía nuestra visión del mundo y de la vida, ya que nos saca de lo conocido, nos lleva a lo inexplorado y fomenta la amplitud de miras, lo que lleva aparejado un proceso de crecimiento, de toma de consciencia, implica aprendizaje y puede llevarnos a cambios, que pueden ser incluso profundos, y a transformarnos como seres humanos en la gran mayoría de los casos positivamente.
Cada viaje lleva siempre aparejadas situaciones nuevas, son, por tanto, fuente de aprendizaje así que aumentan nuestra experiencia vital y si las integramos ayudan a nuestra maduración y a nuestra sabiduría.
Cuando viajamos podemos concebir el viaje como un lugar de paso por el que pasamos y de nuestra actitud depende si el lugar pasa por nosotros o nosotros sólo pasamos por él. También podemos hacer de nuestra estancia un lugar temporal o establecer nuestro propio espacio allí a donde vamos y si hacemos esto permitimos que el sitio nos permee e integramos mucho mejor cada localidad que visitamos porque dejamos que nos impregne.
En la vida en general la actitud con la que vivimos y la perspectiva que aplicamos a las situaciones es determinante de si seremos o no felices y en los viajes llevamos esto con nosotros, así que disfrutaremos de todo lo nuevo y estaremos agradecidos por ello o por lo contrario estarás constantemente en la queja y todo lo nuevo que sucede es un fastidio, impidiendo que se disfrute de la experiencia de viajar. Así que el viaje puede ser, si así lo enfocamos, un proceso de aprendizaje que nos aporte crecimiento o, por el contrario, una desagradable experiencia derivada de nuestra actitud y perspectiva.
Hay personas que repiten continuamente viajes al mismo lugar, especialmente en las vacaciones de verano, y en la medida que se repite el sitio y las actividades que se realizan al no ser novedosas comportan escaso crecimiento.
Y dime: ¿Cómo enfocas tú los viajes? ¿Cuáles son tus experiencias en ellos? ¿Permites que te aporten aprendizaje y crecimiento? ¿Repites los mismos lugares a los que viajas? ¿Te adaptas y aclimatas cuando viajas? ¿Construyes tu propio espacio personal allí donde viajas? ¿Exprimes al máximo cada lugar que visitas?
Cuando viajamos podemos concebir el viaje como un lugar de paso por el que pasamos y de nuestra actitud depende si el lugar pasa por nosotros o nosotros sólo pasamos por él. También podemos hacer de nuestra estancia un lugar temporal o establecer nuestro propio espacio allí a donde vamos y si hacemos esto permitimos que el sitio nos permee e integramos mucho mejor cada localidad que visitamos porque dejamos que nos impregne.
En la vida en general la actitud con la que vivimos y la perspectiva que aplicamos a las situaciones es determinante de si seremos o no felices y en los viajes llevamos esto con nosotros, así que disfrutaremos de todo lo nuevo y estaremos agradecidos por ello o por lo contrario estarás constantemente en la queja y todo lo nuevo que sucede es un fastidio, impidiendo que se disfrute de la experiencia de viajar. Así que el viaje puede ser, si así lo enfocamos, un proceso de aprendizaje que nos aporte crecimiento o, por el contrario, una desagradable experiencia derivada de nuestra actitud y perspectiva.
Hay personas que repiten continuamente viajes al mismo lugar, especialmente en las vacaciones de verano, y en la medida que se repite el sitio y las actividades que se realizan al no ser novedosas comportan escaso crecimiento.
Y dime: ¿Cómo enfocas tú los viajes? ¿Cuáles son tus experiencias en ellos? ¿Permites que te aporten aprendizaje y crecimiento? ¿Repites los mismos lugares a los que viajas? ¿Te adaptas y aclimatas cuando viajas? ¿Construyes tu propio espacio personal allí donde viajas? ¿Exprimes al máximo cada lugar que visitas?
Rosa Gómez Casañ
Vídeo: Capilla Santa Cecilia, Bolonia.
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