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sábado, 20 de noviembre de 2021

Lección 324/Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 324 en vídeo-audio/Lina Custode



Lección 324



No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.





11. ¿Qué es la creación?

1. La creación es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en ninguna parte. Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado.

2. Los Pensamientos de Dios poseen todo el poder de su Creador. Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no puede sino compartir con su Padre el poder de crear. Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo.

3. La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la verdad. La creación es el santo Hijo de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer que cada parte contenga la Totalidad. La inviolabilidad de su unicidad está garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.

4. Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él. Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, pues el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. El recuerdo de Dios se encuentra en nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su Creador. Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.

5. Nuestro Padre nos llama. Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya santidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.





Lección 324

No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.




1. Padre, Tú eres Quien me dio el plan para mi salvación. Eres asi­mismo Quien determinó el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado. No puedo per­derme. Tan sólo puedo elegir desviarme por un tiempo, y luego volver. Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino. Mis hermanos pueden seguir el camino por el que les dirijo. Mas yo simplemente recorreré el camino que conduce a Ti, tal como Tú me indiques y quieras que yo haga.

2. Sigamos, por lo tanto, a Uno que conoce el camino. No tene­mos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante. Caminamos juntos, pues le segui­mos. Y es Él Quien hace que el final sea seguro y Quien garan­tiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar.



Lección 324 en mente uno. (Clic)




Citas.  Propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña:


Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad, y no podrás sino recibirlo de verdad. Pues los dones de Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. Recibirlos consuma Su dación. Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos. Él dio el instante santo para que te fuese dado, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. Cuando Él dispuso que Su Hijo fuese libre, Su Hijo fue libre. En el instante santo se encuentra Su recordatorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue creado. Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte que has recibido lo que Dios te dio.   

T-16.VII.8 (Texto, capítulo 16, apartado VII, párrafo 8).



EL CANTO DE ORACIÓN

La oración, el perdón, la sanación

3. LA SANACIÓN


IV. La santidad de la sanación.

3. ¡Piensa en lo que significa ayudar al Cristo a sanar! ¿Puede algo ser más santo que esto? Dios agradece a Sus sanadores, pues Él sabe que la Causa de la sanación es Él Mismo, Su Amor, Su Hijo, restituido como Su compleción y quien ha regresado a compartir con Él la santa alegría de la creación. No pidas sanación parcial, ni aceptes un ídolo en lugar del recuerdo de Aquél Cuyo Amor nunca ha cambiado ni cambiará jamás. Eres tan querido por Él como lo es la totalidad de Su creación, pues ésta radica en ti como Su regalo eterno. ¿Qué necesidad tienes tú de sueños cambiantes en un mundo triste? No olvides la gratitud de Dios. No olvides la santa gracia de la oración. No olvides el perdón del Hijo de Dios.

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