Lección 319 en vídeo-audio/Lina Custode |
Lección 319
Vine a salvar al mundo.
10. ¿Qué es el juicio Final?
1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. Y con este panorama santo, la percepción imparte una silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y cumplido su misión.
2. El juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. Pues ve a éste completamente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. Y al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve en la nada. Ahí nació y ahí ha de terminar. Y todas las figuras del sueño con el que el mundo comenzó desaparecen con él. Los cuerpos no tienen ahora ninguna utilidad, por lo tanto, desaparecen también, pues el Hijo de Dios es ilimitado.
3. Tú que creías que el juicio Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa verdad: el juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos tus errores. Dicha Corrección te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. Tener miedo de la gracia redentora de Dios es tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad.
4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a regresar a la paz eterna que comparte con él. No tengas miedo del amor, pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágrimas, y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. No tengas miedo de eso. La salvación te pide que le des la bienvenida. Y el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.
5. Este es el juicio Final de Dios: “Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. Despierta, pues, y regresa a Mí. Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo”.
Lección 319
Vine a salvar al mundo.
1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. Pues la arrogancia se opone a la verdad. Mas cuando la arrogancia desaparece, la verdad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y restrictivos. El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.
2. Padre, Tu Voluntad es total. Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. ¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? ¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?
Lección 319 en mente uno. (Clic)
Citas. Renunciar a la relación especial:
Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación especial. Pues la relación especial es un intento de revivir el pasado y alterarlo. Toda imaginada ofensa, todo dolor que todavía se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y privaciones que se percibieron, forman parte de la relación especial, que se convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. Sin el pasado, ¿de qué base dispondrías para elegir a un compañero especial? Toda elección al respecto se hace por razón de algo "malo" que ocurrió en el pasado a lo que aún te aferras, y por lo que otro tiene que pagar.
T-16.VII.1 (Texto, capítulo 16, apartado VII, párrafo 1).
EL CANTO DE ORACIÓN
La oración, el perdón, la sanación
3. LA SANACIÓN
III. Separación frente a unión.
4. ¿Existe, entonces, un papel para la sanación que uno pueda usar para ofrecer ayuda a otro? Para
la arrogancia la respuesta debe ser "no". Pero en la humildad existe verdaderamente un lugar para
los que ayudan. Es como el papel del que ayuda en la oración, y deja que el perdón sea lo que está
destinado a ser. No te haces a ti mismo el portador del regalo especial que trae la sanación. Sólo
reconoces tu unidad con aquel que pide ayuda. Pues en esta unidad desaparece su sentido de
separación, y es éste lo que lo enfermó. No hay sentido en dar remedio apartado de donde radica la
fuente de la enfermedad, pues de esa forma nunca puede sanarse verdaderamente.
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