Lección 322 en vídeo-audio/Lina Custode |
Lección 322
Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.
11. ¿Qué es la creación?
1. La creación es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en ninguna parte. Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado.
2. Los Pensamientos de Dios poseen todo el poder de su Creador. Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no puede sino compartir con su Padre el poder de crear. Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo.
3. La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la verdad. La creación es el santo Hijo de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer que cada parte contenga la Totalidad. La inviolabilidad de su unicidad está garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.
4. Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él. Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, pues el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. El recuerdo de Dios se encuentra en nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su Creador. Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.
5. Nuestro Padre nos llama. Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya santidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.
Lección 322
Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.
1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo. Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.
2. Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. Lo que Tú no has dado es irreal. ¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?
Lección 322 en mente uno. (Clic)
Citas. Venganza:
No parece que lo que buscas en la relación especial sea la venganza. Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se quebranta seriamente la ilusión de amor. Sin embargo, lo único que el ego jamás permite que llegue a tu conciencia es que la relación especial es la exteriorización de tu venganza contra ti mismo. ¿Qué otra cosa podría ser? Cuando vas en busca de una relación especial, no buscas la gloria dentro de ti. Has negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. La venganza pasa a ser aquello con lo que substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.
T-16.VII.5 (Texto, capítulo 16, apartado VII, párrafo 5).
EL CANTO DE ORACIÓN
La oración, el perdón, la sanación
3. LA SANACIÓN
IV. La santidad de la sanación.
1. ¡Cuán santos son los que se han sanado! Pues en su visión sus hermanos comparten su sanación y
su amor. Portadores de paz, -la voz del Espíritu Santo, a través de los cuales Él habla por Dios,
Cuya Voz Él es,- tales son los sanadores de Dios. Ellos sólo hablan por Él y nunca por ellos
mismos. No tienen más regalos que los que reciben de Dios. Y éstos los comparten porque saben
que esta es Su Voluntad. No son especiales. Son santos. Han optado por la santidad, y han desistido
de todos los sueños separados de atributos especiales que les permiten otorgar regalos desiguales a
los menos afortunados. Su sanación ha restaurado su totalidad así que pueden perdonar, y unirse al
canto de oración en el cual los que se han sanado cantan su unión y agradecimiento a Dios.
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