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SEXTO REPASO.
Lección 219
1. (199) No soy un cuerpo. Soy libre.
Soy el Hijo de Dios.
Soy el Hijo de Dios.
Aquiétate mente mía, y piensa en esto por un, momento. Luego regresa a la tierra, sin confusión alguna acerca de quién es aquel a quien mi Padre ama eternamente como Su Hijo.
No soy un cuerpo. Soy libre.
Pues aún soy tal como Dios me creó.
Citas. Unicidad:
El Hijo de Dios será siempre indivisible. De la misma manera en que somos uno solo en Dios,
así también aprendemos cual uno solo en Él. El Maestro de Dios se asemeja tanto a Su Creador
como el Hijo al Padre, y, a través de Su Maestro, Dios proclama Su Unicidad y la de Su Hijo.
Escucha en silencio, y no le levantes la voz. Pues Él enseña el milagro de la unicidad, y ante Su
lección la división desaparece.
T-14.XI.11:1-5 (Texto, capítulo 14, apartado XI, párrafo 11, oraciones 1 a 5).
PSICOTERAPIA
5. La desaparición de la culpa es el verdadero objetivo de la terapia y el evidente objetivo del perdón. En esto su unidad se puede ver claramente. Pero ¿cómo podría experimentar el final de la culpa quien se siente responsable de su hermano al ejercer el papel de guía suyo? Tal función presupone un conocimiento que nadie aquí puede tener; una certeza del pasado, presente y futuro, y de todos los efectos que pueden ocurrir en ellos. Sólo desde este punto omnisciente sería posible semejante papel. Sin embargo, ninguna percepción es omnisciente, ni es el diminuto yo de uno solo contra el universo capaz de asumir que posee tal sabiduría, excepto en la locura. Que muchos terapeutas están locos es obvio. Ningún sanador no sanado puede estar completamente cuerdo.
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