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lunes, 16 de agosto de 2021

Lección 228/Libro de Ejercicios de UCDM


Lección 228 en vídeo-audio





Lección 228



Dios no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar.





1. ¿Qué es el perdón?

1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.

2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?

3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.

4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.

5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.





Lección 228

Dios no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de condenar.




1. Mi Padre conoce mi santidad. ¿Debo acaso negar Su conoci­miento y creer en lo que Su conocimiento hace que sea imposi­ble? ¿Y debo aceptar como verdadero lo que Él proclama que es falso? ¿O debo más bien aceptar Su Palabra de lo que soy, toda vez que Él es mi Creador y el que conoce la verdadera condición de Su Hijo?,

2. Padre, estaba equivocado con respecto a mí mismo porque no recono­cía la Fuente de mi procedencia. No me he separado de ella para aden­trarme en un cuerpo y morir. Mi santidad sigue siendo parte de mí, tal como yo soy parte de Ti. Mis errores acerca de mí mismo son sueños. Hoy los abandono. Y ahora estoy listo para recibir únicamente Tu Palabra acerca de lo que realmente soy.







Lección 228 en mente uno. (Clic).







Comentario de Jorge Pellicer.
¿Qué es el perdón?
Lecciones 221 a 230.








Citas. El ego:



El ego es un aliado del tiempo, pero no un amigo. Pues desconfía tanto de la muerte como de la vida, y lo que desea para ti, él no lo puede tolerar. El ego te quiere ver muerto, pero él no quiere morir. El resultado de esta extraña doctrina no puede ser otro, por lo tanto, que el de convencerte de que él te puede perseguir más allá de la tumba. Y al no estar dispuesto a que ni siquiera en la muerte encuentres paz, te ofrece inmortalidad en el infierno. Te habla del Cielo, pero te asegura que el Cielo no es para ti. Pues, ¿qué esperanzas pueden tener los culpables de ir al Cielo?



T-15.I.3 (Texto, capítulo 15, apartado I párrafo 3).










PSICOTERAPIA



3. LA PRÁCTICA DE LA PSICOTERAPIA


II. ¿Es la psicoterapia una profesión?



1. Estrictamente hablando, la respuesta es no. ¿Cómo podría considerarse separada una profesión en la que todo el mundo es copartícipe? ¿Y cómo podría imponerse límite alguno a una interacción en la que cada uno es tanto paciente como terapeuta en toda relación en la que entra? Sin embargo, hablando de manera práctica, puede decirse aún que hay algunos que se dedican fundamentalmente a una u otra forma de sanación como su tarea principal. Y es a ellos a los que un gran número de personas acude en busca de ayuda. Esa, en efecto, es la práctica de la terapia. Estos son, por consiguiente, ayudantes "oficiales". Están dedicados a cierta clase de necesidades en sus actividades profesionales, aunque pueden ser maestros mucho más capaces fuera de ellas. Estas personas no necesitan reglas especiales, por supuesto, pero pueden llamárseles a usar aplicaciones especiales de los principios generales de la sanación.

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