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Lección 227
Éste es el instante santo de mi liberación.
1. ¿Qué es el perdón?
1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.
2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?
3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.
4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.
5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.
Lección 227
Éste es el instante santo de mi liberación.
1. Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. Pensé hacer otra voluntad. Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad. Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. Éste es el instante santo de mi liberación. Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya.
2. Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta.
Lección 227 en mente uno. (Clic).
Comentario de Jorge Pellicer.
¿Qué es el perdón?
Lecciones 221 a 230.
Citas. Objetivo del Espíritu Santo:
La razón del aparente desaliento del que tal vez padezcas es tu creencia de que ello toma tiempo
y de que los resultados de las enseñanzas del Espíritu Santo se encuentran en un futuro remoto. Sin
embargo, no es así, pues el Espíritu Santo usa el tiempo a Su manera, y no está limitado por él. El
tiempo es Su amigo a la hora de enseñar. No causa deterioro en Él como lo hace en ti. Todo el
deterioro que el tiempo parece ocasionar se debe únicamente a tu identificación con el ego, que se
vale del tiempo para reforzar su creencia en la destrucción. El ego, al igual que el Espíritu Santo, se
vale del tiempo para convencerte de la inevitabilidad del objetivo y del final del aprendizaje. El
objetivo del ego es la muerte, que es su propio fin. Mas el objetivo del Espíritu Santo es la vida, la
cual no tiene fin.
T-15.I.2 (Texto, capítulo 15, apartado I párrafo 2).
PSICOTERAPIA
I. La selección de pacientes.
4. Un terapeuta santo, un maestro de Dios avanzado, nunca olvida una cosa: no fue él quien hizo el
currículo de la salvación, ni quien estableció su parte en él. Entiende que su parte es necesaria para
el todo, y que a través de ella reconocerá el todo cuando su parte esté completa. Entre tanto, debe
aprender, y sus pacientes son el medio que se le ha enviado para su aprendizaje. ¿Qué otra cosa sino
gratitud podría sentir por ellos y hacia ellos? Traen consigo a Dios. ¿Rechazaría este regalo por un
guijarro, o cerraría la puerta al salvador del mundo para dejar entrar a un fantasma? Que no
traicione al Hijo de Dios. Quien lo llama está más allá de su comprensión. ¿Pero, no se alegraría de
poder responder, cuando sólo así será capaz de escuchar la llamada y entender que es la suya?
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