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viernes, 13 de agosto de 2021

Lección 225/Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 225 en vídeo-audio



Lección 225


Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.





1. ¿Qué es el perdón?

1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.

2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?

3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.

4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.

5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.





Lección 225

Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.




1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. ¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!

2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. El camino está libre y despejado. Ahora lo recorremos juntos y en paz. Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últi­mos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó.



Lección 225 en mente uno. (Clic).







Comentario de Jorge Pellicer. 
¿Qué es el perdón?
Lecciones 221 a 230.







Citas.  Poder de Dios:


El poder de Dios, de donde el entendimiento y la paz emanan, es tan tuyo como Suyo. Tú crees que no conoces a Dios únicamente porque, solo, es imposible conocerlo. Mas si contemplas las obras imponentes que Él hará a través de ti, te convencerás de que las hiciste a través de Él.
 
T-14.XI.15:1-3 (Texto, capítulo 14, apartado XI, párrafo 15, oraciones 1 a 3)





PSICOTERAPIA 


3. LA PRÁCTICA DE LA PSICOTERAPIA


I. La selección de pacientes. 

2. ¿Quién decide, entonces, lo que cada hermano necesita? Seguramente no tú, que aún no reconoces quién es aquel que pide. Hay Algo en él que te lo dirá, si escuchas. Y esa es la respuesta: escucha. No exijas, no decidas, no sacrifiques. Escucha. Lo que oyes es verdad. ¿Mandaría Dios Su Hijo a ti sin estar seguro de que reconoces sus necesidades? Piensa lo que Dios te está diciendo; Él necesita que tu voz hable por Él. ¿Podría algo ser más santo? ¿O ser un regalo mayor para ti? ¿Preferirías escoger quién sería dios, o escuchar la Voz de Aquel que es Dios en ti?

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