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miércoles, 11 de agosto de 2021

Lección 224/Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 224 en vídeo-audio



Lección 224



Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo.



1. ¿Qué es el perdón?

1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad nunca ocurrió. El perdón no perdona pecados, otorgándoles así realidad. Simplemente ve que no hubo pecado. Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan perdonados. ¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de Dios? El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo tanto, la descarta. Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar es la Voluntad de Dios.

2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. La mente se ha cerrado y no puede liberarse. Dicho pensamiento protege la proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las distorsiones resulten más sutiles y turbias, menos susceptibles de ser puestas en duda y más alejadas de la razón. ¿Qué puede interponerse entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada meta?

3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo aquello que cree que se interpone en su camino. Su propósito es distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese propósito. Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún miramiento por nada que parezca contradecir su punto de vista.

4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y no hace nada. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. Simplemente observa, espera y no juzga. El que no perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber perdonado. Pero aquel que ha de perdonarse a sí mismo debe aprender a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta es.

5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu Guía, tu Salvador y Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente triunfarás. Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios le encomendó. Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de Dios.





Lección 224

Dios es mi Padre y Él ama a Su Hijo.




1. Mi verdadera Identidad es tan invulnerable, tan sublime e ino­cente, tan gloriosa y espléndida y tan absolutamente benéfica y libre de culpa, que el Cielo la contempla para que ella lo ilumine. Ella ilumina también al mundo. Mi verdadera Identidad es el regalo que mi Padre me hizo y el que yo a mi vez le hago al mundo. No hay otro regalo, salvo éste, que se puede dar o reci­bir. Mi verdadera Identidad y sólo Ella es la realidad. Es el final de las ilusiones. Es la verdad.

2. Mi nombre, ¡oh Padre!, todavía te es conocido. Yo lo he olvidado, y no sé adónde me dirijo, quién soy, ni qué es lo que debo hacer. Recuér­damelo ahora, Padre, pues estoy cansado del mundo que veo. Revélame lo que Tú deseas que vea en su lugar.





Lección 224 en mente uno(Clic).







Comentario de Jorge Pellicer. 
¿Qué es el perdón?
Lecciones 221 a 230.







Citas.  Paz:


Hazle sitio a la paz, y ésta vendrá. Pues el entendimiento se encuentra en ti, y la paz procede inevitablemente de él.
 
T-14.XI.14:7-8 (Texto, capítulo 14, apartado XI, párrafo 14, oraciones 7 y 8)





PSICOTERAPIA 


3. LA PRÁCTICA DE LA PSICOTERAPIA


I. La selección de pacientes. 

1. Todo aquel que se te envía es un paciente tuyo. Esto no significa que tú lo selecciones, ni que escojas la clase de tratamiento adecuado. Pero sí significa que nadie viene a ti por error. No hay errores en el plan de Dios. Sería un error, sin embargo, presumir que sabes lo que debe ofrecerse a todo el que viene. No te corresponde decidirlo. Hay una tendencia a asumir, que se te llama constantemente a sacrificarte por aquellos que llegan. Esto difícilmente podría ser cierto. Exigir que te sacrifiques es exigir un sacrificio de Dios, y Él no sabe nada del sacrificio. ¿Quién podría pedirle a Lo Perfecto que sea imperfecto?

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