Citas. El tiempo y la eternidad:
En el tiempo, el Espíritu Santo* ve claramente que el Hijo de Dios puede cometer errores.
En esto
compartes Su visión. Mas no compartes Su criterio con respecto a la diferencia que existe entre el
tiempo y la eternidad.
Y cuando la corrección se completa, el tiempo se convierte en eternidad.
El
Espíritu Santo puede enseñarte a ver el tiempo de manera diferente y a ver más allá de él, pero no
podrá hacerlo mientras sigas creyendo en el pecado.
En el error sí puedes creer, pues éste puede ser
corregido por la mente. Pero el pecado es la creencia de que tu percepción es inalterable y de que la
mente tiene que aceptar como verdadero lo que le dicta la percepción.
Si la mente no obedece, se la
juzga como desquiciada.
De ese modo la mente, que es el único poder que podría cambiar la
percepción, se mantiene en un estado de impotencia y restringida al cuerpo por miedo al cambio de
percepción que su Maestro, que es uno con ella, le brindaría.
T-19.III.5 (Texto, capítulo 19, apartado III, párrafo 5).
*Espíritu Santo
La Tercera Persona de la Trinidad. La respuesta de Dios a la idea de separación que surgió en la mente del Hijo durante el sueño.
El Nexo, el Interlocutor, el Re-intérprete, el Vínculo entre Padre e Hijo.
La voz de Dios que habla por Él.
El Espíritu Santo es el guía perfecto.
Si se lo permitimos evaluará absolutamente todo lo que hagamos en el plano físico en función de cómo contribuye a nuestra paz y a nuestra felicidad.
En virtud de dicha contribución lo conservará o simplemente le acercará luz y lo hará desaparecer.
Evalúa todo bajo la misma premisa: “solo lo amoroso es real”.
MANUAL DEL MAESTRO
17. ¿Cómo lidian los maestros de Dios con los pensamientos mágicos?
5. Reaccionar con ira** ante cualquier pensamiento mágico que se haya percibido es una de las causas básicas del temor. Examina lo que esta reacción significa, y se hará evidente el lugar central que ocupa en el sistema de pensamiento del mundo. Un pensamiento mágico, por su mera presencia, da por sentada la separación entre Dios y nosotros.
Afirma, de la forma más clara posible, que la mente que cree tener una voluntad separada y capaz de oponerse a la Voluntad de Dios, cree también que puede triunfar en su empeño.
Es obvio que esto no es cierto. Sin embargo, es igualmente obvio que se puede creer que lo es.
Y ahí es donde la culpabilidad tiene su origen.
Aquel que usurpa el lugar de Dios y se lo queda para sí mismo tiene ahora un "enemigo" mortal.
Y ahora él mismo tiene que encargarse de su propia protección y construir un escudo con que mantenerse a salvo de una furia tenaz y de una venganza insaciable.
Enlace a la Lección del día
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