Mito/Joseph Campbell |
Amigo Santiago Ruiz comparte generosamente su visión, nacida de una profunda experiencia, sobre el gran misterio de la humanidad. Santiago, saludos, agradecidamente.
Sobre la consciencia
"La consciencia es la vida, la mera prueba de estar viv@. Se habla sobre ello, se escribe también sin parar y nunca conseguimos aprehenderla. Como un pez tratando de morderse la cola o un perro en pos de su propio rabo, la conciencia se busca a sí misma.
Pues la consciencia es saberse consciente, la humana al menos, que sepamos. Toda pérdida de foco que nos separa de ese mirarse al espejo de la consciencia, nos hace olvidar la explosión de gozo que provoca sabernos conscientes y comprender ese Yo Soy -tan trajinado en los distraídos bailes New Age- que parece ser el centro de la consciencia.
Establecer contacto con el inefable hecho de Ser y de Estar más allá de todo dogma, filosofía, instrucción o gurú. Allende los avatares, sucesos y experiencias vitales, la consciencia es la que permanece y observa, en su vaivén de días y noches en las que parece desvanecerse y renacer. Es lo único que tiene opciones de pasar por la gran frontera que separa lo que llamamos vida –vida consciente- de lo que sea que hay al otro lado. Tal vez el proceso sea similar al de despertarnos cada día, o despertar en el ensueño lúcido.
Eso es lo que perseguimos, porque es eso lo que nos torna eternos: vernos en el espejo de la existencia, darnos cuenta de que somos conscientes y de que somos conscientes de ser conscientes. Conscientes despiertos y durmiendo también, lo máximo posible. Es el gran trabajo humano, metaforizado en la Epopeya del Héroe (el “mono-mito” según el gran Joseph Campbell).
Cuando el Yo Soy se torna consciente de serlo, se abre el laberinto infinito de espejos que se reflejan uno en otro; a eso, le llamamos eternidad. La consciencia es la última verdad remanente y subyacente, lo único que prevalece, que no puede morir porque nunca nació, por mucho que parezca nacimiento lo que no es sino despertar, porque eso sí, sí puede vivir dormida… pero al salir del letargo y mirarse a sí misma, comprende que siempre, siempre había estado ahí.
La consciencia es el hálito divino, la puerta al infinito, la razón de ser, el origen. Es como esferas concéntricas que se expanden en todas direcciones sin límite. Es la salida a todo encierro y la resolución de todo dilema.
Toda una vida merece la Alegría con tal de que –al menos una vez- la Conciencia de Ser despierte y se percate de estar consciente. Es en ese momento, cuando alcanzamos nuestra realización. Y luego la olvidamos, porque esa es la Natura de la Consciencia, que se mueve entre cénits y nadires como toda onda, toda energía y todo movimiento.
Es así como viaja, crece y se expande: pasando por el olvido y retornando a la presencia incontables veces, recabando datos y recordando –qué cosas lingüísticas, que en portugués acordar significa despertar- hasta que, cubiertas las sucesivas etapas de crecimiento y expansión, de tanto recordar que recuerda, salta el horizonte de sucesos y penetra otros reinos, otras dimensiones, otros estados, en su continuo y eterno vaivén helicoidal.
La consciencia está viva, es omnicéntrica y todavía y felizmente, tal vez el mayor misterio de la existencia humana."
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