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sábado, 6 de febrero de 2021

Lección 38 /Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 38

No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

1. Tu santidad invierte todas las leyes del mundo. Está más allá de cualquier restricción de tiempo, espacio, distancia, así como de cualquier clase de límite. El poder de tu santidad es ilimitado porque te establece a ti como Hijo de Dios, en unión con la Mente de su Creador.

2. Mediante tu santidad el poder de Dios se pone de manifiesto. Mediante tu santidad el poder de Dios se vuelve accesible. Y no hay nada que el poder de Dios no pueda hacer. Tu santidad, por lo tanto, puede eliminar todo dolor, acabar con todo pesar y resolver todo problema. Puede hacer eso en conexión contigo o con cualquier otra persona. Tiene el mismo poder para ayudar a cualquiera porque su poder para salvar a cualquiera es el mismo.

3. Si tú eres santo, también lo es todo lo que Dios creó. Tú eres santo porque todas las cosas que Él creó son santas. Y todas las cosas que Él creó son santas porque tú eres santo. En los ejercicios de hoy vamos a aplicar el poder de tu santidad a cualquier clase de problema, dificultad o sufrimiento que te venga a la mente tanto si tiene que ver contigo como con otro. No haremos distin­ciones porque no hay distinciones.

4. En las cuatro sesiones de práctica más largas, que preferible­mente han de tener una duración de cinco minutos completos cada una, repite la idea de hoy, cierra los ojos, y luego escudriña tu mente en busca de cualquier sensación de pérdida o de cual­quier clase de infelicidad tal como la percibas. Trata, en la medida de lo posible, de no hacer distinciones entre las situaciones que son difíciles para ti y las que son difíciles para otro. Identifica la situación específicamente, así como el nombre de la persona en cuestión. Usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:


En esta situación con respecto a _______ en la que me veo envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.
En esta situación con respecto a _______ en la que _______ se ve envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.



5. De vez en cuando puedes variar este procedimiento si así lo deseas y añadir algunos de tus propios pensamientos que vengan al caso. Podrías, por ejemplo, incluir pensamientos tales como:


No hay nada que mi santidad no pueda hacer porque el poder de Dios reside en ella.


Introduce cualquier variación que quieras, pero mantén los ejercicios centrados en el tema: “No hay nada que mi santidad no pueda hacer”. El propósito de los ejercicios de hoy es comenzar a inculcarte la sensación de que tienes dominio sobre todas las cosas por ser quien eres.

6. En las aplicaciones cortas y más frecuentes, aplica la idea en su forma original, a no ser que surja o te venga a la mente algún problema en particular que tenga que ver contigo o con otra persona. En ese caso, usa la forma más específica.

Lección 38 en mente uno(Clic)


Comentario de Jorge Pellicer.


Citas.  Espíritu y ego

Recuerda que el Espíritu Santo es la Respuesta, no la pregunta. El ego siempre habla primero. Es caprichoso y no le desea el bien a su hacedor. Cree, y con razón, que su hacedor puede dejar de brindarle apoyo en cualquier momento. Si te desease el bien se alegraría de ello, tal como el Espíritu Santo se alegrará cuando te haya conducido de vuelta a tu hogar y ya no tengas necesidad de que Él te guíe. El ego no se considera a sí mismo parte de ti. En eso radica su error fundamental, la base de todo su sistema de pensamiento.  

T-6-IV-1 (Texto, capítulo 6, apartado IV, párrafo 1).  



Culpa:

Estado que surge al percibirnos pecadores. Es la suma de los sentimientos adversos que tenemos con relación a nosotros mismos. Es el sentimiento que surge al percibirnos lejos de casa, lejos del Padre. El sentimiento que nace como efecto de pensar que hemos traicionado, engañado y atacado a Dios.
Este pensamiento en ocasiones consciente y en otras no tanto, aflora como un sentimiento hacia nosotros de indignidad, de vulnerabilidad, de debilidad, de poca valía, de vacío interno y de no ser aptos. Percibiéndonos culpables, tal y como nos lo hemos enseñado, nos creemos merecedores de castigo. Producto de esta percepción errónea, creyendo en la idea de culpa, salimos a la búsqueda de todo tipo de situaciones que den testimonio de que nuestro estado de culpabilidad es real, y así transformamos todas las situaciones en las que nos involucramos en el “merecido y justo” castigo a dicho estado, por supuesto ilusorio.

Enlace al  siguiente Ejercicio:

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