Lección 361 en audio-vídeo/Lina Custode |
LECCIONES FINALES
Introducción
Introducción
1. En nuestras lecciones finales utilizaremos la mínima cantidad de palabras posible. Tan sólo las utilizaremos al principio de nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que buscamos es ir más allá de ellas. Dirijámonos a Aquél que nos guía en nuestro camino y que imparte seguridad a nuestros pasos. En Sus manos dejamos estas lecciones, y de aquí en adelante le entregamos también nuestras vidas. Pues no queremos volver a creer en el pecado, que fue lo que hizo que el mundo pareciese un lugar feo e inseguro, hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista, y traicionero más allá de cualquier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor.
2. El suyo es el único camino para hallar la paz que Dios nos ha dado. Su camino es el que todo el mundo tiene que recorrer al final, pues éste es el final que Dios Mismo dispuso. En el sueño del tiempo este final parece ser algo muy remoto. Sin embargo, en verdad ya está aquí, como un amable guía que nos indica qué camino tomar. Marchemos juntos por el camino que la verdad nos señala. Y seamos los líderes de los muchos hermanos que andan en busca del camino, pero que no lo encuentran.
3. Consagremos nuestras mentes a este propósito, poniendo todos nuestros pensamientos al servicio de la salvación. La meta que se nos ha asignado es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos ha encomendado. Y lo que buscamos es el final del sueño, no como nosotros queremos que dicho final sea, sino como lo quiere Dios. Pues no podremos sino reconocer que todo aquello que perdonamos es parte de Dios Mismo. Y así, Su recuerdo se reinstaurará en nosotros completamente y en su totalidad.
4. Nuestra función es recordarlo a Él aquí en la tierra, tal como se nos ha dado ser Su Propia compleción en la realidad. No nos olvidemos, por lo tanto, de que nuestro objetivo es uno que compartimos, pues en ese recordar es donde radica el recuerdo de Dios y lo que nos señala el camino que conduce hasta Él y hasta el Remanso de Su paz. ¿Cómo no vamos a perdonar a nuestro hermano, que es quien nos puede ofrecer esto? Él es el camino, la verdad y la vida que nos muestra el sendero. En él reside la salvación, que se nos ofrece a través del perdón que le concedemos.
5. No terminaremos este año sin el regalo que nuestro Padre le prometió a Su santo Hijo. Hemos sido perdonados. Y nos encontramos a salvo de toda la ira que le atribuíamos a Dios y que después descubrimos no era más que un sueño. Se nos ha restituido la cordura, en la que comprendemos que la ira es una locura, el ataque algo demente y la venganza una mera fantasía pueril. Nos hemos salvado de la ira porque nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Eso es todo. ¿Y se encolerizaría un padre con su hijo porque éste no hubiese comprendido la verdad?
6. Venimos a Dios y con honestidad le decimos que no habíamos entendido, y le pedimos que nos ayude a aprender Sus lecciones a través de la Voz del Maestro que Él Mismo nos dio. ¿E iba Dios acaso a hacerle daño a Su Hijo? ¿O bien se apresuraría a contestar de inmediato, diciendo: “Este es Mi Hijo, y todo lo que tengo le pertenece”? Ten por seguro que así es como responderá, pues éstas son Sus Propias Palabras para ti. Y nadie podrá jamás tener más que esto, pues en esas Palabras yace todo lo que existe y todo lo que jamás existirá por los siglos de los siglos, así como en la eternidad.
Lecciones 361-365
Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.
1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.
Lección 361 en mente uno. (Clic)
Citas. Sueños felices:
El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. (....) el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices. Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial.
T-18.II.6:1,3-4 (Texto, capítulo 18, apartado II, párrafo 6, oraciones 1, 3 y 4).
MANUAL DEL MAESTRO
Citas. Sueños felices:
El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. (....) el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices. Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial.
T-18.II.6:1,3-4 (Texto, capítulo 18, apartado II, párrafo 6, oraciones 1, 3 y 4).
MANUAL DEL MAESTRO
4. ¿Cuáles son las características de los maestros de Dios?
IX. Fe
1. El grado de fe de un maestro de Dios indica cuán avanzado se encuentra en su programa de estudios. ¿Pone en práctica este aprendizaje sólo en algunos aspectos de su vida mientras mantiene otros aparte? De ser así, su progreso es lento y su confianza aún no se ha arraigado firmemente. La fe es la confianza que el maestro de Dios tiene de que la Palabra de Dios ha de resolver todas las cosas perfectamente. No sólo algunas, sino todas. Comienza generalmente poniendo su fe en la resolución de sólo algunos problemas, manteniéndola así cuidadosamente restringida por un tiempo. Someter todos los problemas a una sola Respuesta es invertir completamente la manera de pensar del mundo. Y sólo eso es fe. Ninguna otra cosa merece que se le llame por ese nombre. Con todo, vale la pena lograr cada avance, por pequeño que sea. Estar dispuesto, como indica el texto, no quiere decir que se haya alcanzado la maestría.
2. La verdadera fe, sin embargo, no se desvía. Al ser consistente, es completamente honesta. Al ser firme, goza de absoluta confianza. Al estar basada en la ausencia de temor, es mansa. Al gozar de certeza, rebosa júbilo, y al tener confianza, es tolerante. La fe, por lo tanto, encierra en sí todos los demás atributos de los maestros de Dios, y Entraña la aceptación de la Palabra de Dios y de la definición que Él tiene de Su Hijo. Hacia Ellas es adonde la fe, en el verdadero sentido de la palabra, siempre se dirige. En Ellas tiene puestas sus miras, buscando hasta que las encuentra. La indefensión naturalmente la acompaña, y su condición es el júbilo. Y una vez que las encuentra, descansa con sosegada certeza sólo en Aquello que es digno de toda fe.
IX. Fe
1. El grado de fe de un maestro de Dios indica cuán avanzado se encuentra en su programa de estudios. ¿Pone en práctica este aprendizaje sólo en algunos aspectos de su vida mientras mantiene otros aparte? De ser así, su progreso es lento y su confianza aún no se ha arraigado firmemente. La fe es la confianza que el maestro de Dios tiene de que la Palabra de Dios ha de resolver todas las cosas perfectamente. No sólo algunas, sino todas. Comienza generalmente poniendo su fe en la resolución de sólo algunos problemas, manteniéndola así cuidadosamente restringida por un tiempo. Someter todos los problemas a una sola Respuesta es invertir completamente la manera de pensar del mundo. Y sólo eso es fe. Ninguna otra cosa merece que se le llame por ese nombre. Con todo, vale la pena lograr cada avance, por pequeño que sea. Estar dispuesto, como indica el texto, no quiere decir que se haya alcanzado la maestría.
2. La verdadera fe, sin embargo, no se desvía. Al ser consistente, es completamente honesta. Al ser firme, goza de absoluta confianza. Al estar basada en la ausencia de temor, es mansa. Al gozar de certeza, rebosa júbilo, y al tener confianza, es tolerante. La fe, por lo tanto, encierra en sí todos los demás atributos de los maestros de Dios, y Entraña la aceptación de la Palabra de Dios y de la definición que Él tiene de Su Hijo. Hacia Ellas es adonde la fe, en el verdadero sentido de la palabra, siempre se dirige. En Ellas tiene puestas sus miras, buscando hasta que las encuentra. La indefensión naturalmente la acompaña, y su condición es el júbilo. Y una vez que las encuentra, descansa con sosegada certeza sólo en Aquello que es digno de toda fe.
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