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martes, 14 de septiembre de 2021

Lección 257/Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 257 en vídeo-audio






Lección 257


Que no me olvide de mi propósito.





4. ¿Qué es el pecado?

1. El pecado es demencia. Es lo que hace que la mente pierda su cordura y trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. Y al estar loca, la mente ve ilusiones donde la verdad debería estar y donde realmente está. El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué iban a querer contemplar los que están libres de pecado? ¿Para qué iban a querer la vista, el sonido o el tacto? ¿Qué iban a querer oír o intentar asir? ¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? Usar los sentidos es no saber. Y la verdad sólo se compone de conocimiento y de nada más.

2. El cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sí misma. Su propósito es luchar. Mas el objetivo por el que lucha puede cambiar. Y entonces el cuerpo lucha por otro objetivo. Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la mente ha adoptado para substituir a la meta de engañarse a sí misma que antes tenía. La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. Y así, los sentidos buscarán lo que da fe de la verdad.

3. El pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas imaginarias procedentes de pensamientos falsos. Las ilusiones son la “prueba” de que lo que no es real lo es. El pecado “prueba” que el Hijo de Dios es malvado, que la intem­poralidad tiene que tener un final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. Y Dios Mismo ha perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su Plenitud es la corrupción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre, el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para siempre.

4. Los sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de niños. El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en la muerte. Mientras tanto, su Padre ha seguido derramando Su luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden alterar en absoluto.

5. ¿Hasta cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? ¿No es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? ¿Cuándo vas a estar listo para regresar a tu hogar? ¿Hoy quizá? El pecado no existe. La creación no ha cambiado. ¿Deseas aún seguir demorando tu regreso al Cielo? ¿Hasta cuándo, santo Hijo de Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?





Lección 257

Que no me olvide de mi propósito.




1. Si me olvido de mi objetivo no podré sino estar confundido e inseguro acerca de quién soy, y así, mis acciones no podrán sino ser conflictivas. Nadie puede estar al servicio de objetivos con­tradictorios, y servirlo bien. Tampoco puede desenvolverse sin que se abata sobre él una profunda angustia y depresión. Resol­vamos hoy, por lo tanto, recordar lo que queremos realmente, para así unificar nuestros pensamientos y acciones de manera que tengan sentido y para llevar a cabo únicamente lo que Dios quiere que hagamos este día.

2. Padre, el perdón es el medio que Tú has elegido para nuestra salva­ción. No permitas que nos olvidemos hoy de que no tenemos otra volun­tad que la Tuya. Y así, nuestro propósito tiene asimismo que ser el Tuyo si queremos alcanzar la paz que Tú has dispuesto para nosotros.






Lección 257 en mente uno. (Clic)




Comentario de Jorge Pellicer.
¿Qué es el pecado?
Lecciones 251 a 260.




Citas. Instante santo y su extensión:


Puesto que el amor se encuentra en ti, no tienes otra necesidad que extenderlo. En el instante santo no hay conflicto de necesidades, ya que sólo hay una necesidad. Pues el instante santo se extiende hasta la eternidad y hasta la Mente de Dios. Y únicamente ahí tiene sentido el amor, y únicamente ahí puede ser comprendido.


T-15.V.11:3-6 (Texto, capítulo 15, apartado V párrafo 11, oraciones 3 a 6).







EL CANTO DE ORACIÓN 

La oración, el perdón, la sanación 

1 . LA ORACIÓN

II. La escalera de la oración 

2. Estas formas de oración, de pedir-desde-la-necesidad, siempre implican sentimientos de ser débil y limitado, y jamás podrían ser realizadas por un Hijo de Dios que sepa Quién es. Nadie, pues, que esté seguro de su Identidad podría orar en estas formas. Pero no es menos cierto que nadie que no tenga certeza sobre su Identidad puede evitar orar de esta manera. Y la oración es tan continua como la vida. Todo el mundo ora sin cesar. Pide y has recibido, puesto que has establecido lo que quieres.

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