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jueves, 4 de marzo de 2021

Lección 64/Libro de Ejercicios de UCDM

Lección 64 en vídeo-audio


Lección 64

No dejes que me olvide de mi función.

1. La idea de hoy es simplemente otra manera de decir: “No me dejes caer en la tentación”. El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella. Es asimismo la tentación de abandonar a Dios y a Su Hijo adquiriendo una apariencia física. Esto es lo que los ojos del cuerpo ven.

2. Nada de lo que los ojos del cuerpo parecen ver puede ser otra cosa que una forma de tentación, ya que ése fue el propósito del cuerpo en sí. Hemos aprendido, no obstante, que el Espíritu Santo tiene otro uso para todas las ilusiones que tú has forjado, y, por lo tanto, ve en ellas otro propósito. Para el Espíritu Santo el mundo es un lugar en el que aprendes a perdonarte a ti mismo lo que consideras son tus pecados. De acuerdo con esta percepción, la apariencia física de la tentación se convierte en el reconocimiento espiritual de la salvación.

3. Al repasar nuestras últimas lecciones, vemos que tu función aquí es ser la luz del mundo, y que es una función que Dios Mismo te dio. La arrogancia del ego es lo único que te hace poner esto en duda, y el miedo del ego lo único que te induce a considerarte a ti mismo indigno de la tarea que Dios Mismo te encomendó. La salvación del mundo aguarda tu perdón porque a través de él el Hijo de Dios se libera de todas las ilusiones y, por ende, de toda tentación. El Hijo de Dios eres tú.

4. Sólo desempeñando la función que Dios te dio podrás ser feliz. Esto se debe a que tu función es ser feliz valiéndote de los medios mediante los cuales la felicidad se vuelve inevitable. No hay otra manera. Por lo tanto, cada vez que eliges entre si desempeñar o no tu función, estás en realidad eligiendo entre ser feliz o no serlo.

5. Recordemos esto hoy. Tengámoslo presente por la mañana, por la noche, y también a lo largo del día. Prepárate de antemano para todas las decisiones que tengas que tomar hoy, recordando que todas ellas son en realidad muy simples. Cada una te conducirá ya sea a la felicidad o a la infelicidad. ¿Puede ser acaso difícil tomar una decisión tan simple? No permitas que la forma de la decisión te engañe. Complejidad en lo relativo a la forma no implica complejidad en lo relativo al contenido. Es imposible que el contenido de cualquier decisión aquí en la tierra se componga de cualquier otra cosa que no sea esta simple elección. Ésta es la única elección que el Espíritu Santo ve. Por lo tanto, es la única elección que existe.

6. Practiquemos hoy, pues, con estos pensamientos:

No dejes que me olvide de mi función.
No dejes que trate de sustituir la que Dios me dio por la mía.
Déjame perdonar y ser feliz.


Por lo menos una vez hoy, dedica diez o quince minutos a reflexionar acerca de esto con los ojos cerrados. Pensamientos afines acudirán en tu ayuda si recuerdas cuán crucial es tu función para ti y para el mundo.

7. En las aplicaciones frecuentes de la idea de hoy a lo largo del día, dedica varios minutos a repasar estos pensamientos y luego a pensar en ellos y en nada más. Esto te resultará difícil, sobre todo al principio, ya que aún no tienes la disciplina mental que ello requiere. Tal vez necesites repetir: “No dejes que me olvide de mi función” con bastante frecuencia para que te ayude a concentrarte.

8. Hoy se requieren dos variaciones de las sesiones de práctica más cortas. Haz los ejercicios con los ojos cerrados algunas veces, tratando de concentrarte en los pensamientos que estés usando. En otras, mantén los ojos abiertos una vez que hayas repasado los pensamientos, y luego mira a tu alrededor lenta e imparcialmente, repitiendo para tus adentros:

Éste es el mundo que es mi función salvar.

Lección 64 en mente uno. (Clic)

Comentario de Jorge Pellicer.




Citas.  Los milagros.

Los milagros son simplemente la señal de que estás dispuesto a seguir el plan de salvación del Espíritu Santo, y de que reconoces que no sabes lo que dicho plan es. 
La función que a Él le corresponde llevar a cabo no es la que te corresponde a ti, y a menos que aceptes esto no podrás saber cuál es tu función.

  T-9.IV.6:3-4 (Texto, capítulo 9, apartado IV, párrafo 6, frases 3 y 4).



Inocencia:
Para el ego es la idea que asegura que, de ser nosotros inocentes, los demás han de ser culpables, pues la culpa ha de recaer en alguien. 
En su ceguera demencial, alguien tiene que perder para que yo gane. 
Nuestra inocencia estará asegurada si encontramos un “chivo expiatorio” sobre el que depositar nuestra culpabilidad, una víctima. No importa quién ocupe ese lugar.

Para el Espíritu Santo, nuestro estado inmutable en el que fuimos credos una vez y para siempre. Jamás hemos perdido la inocencia y más allá de lo que hagamos en el sueño, seguiremos eternamente siendo el Hijo de Dios bendito, impecable e inocente. Lo que hagamos en este plano no quita ni atribuye valor alguno a nuestra verdadera Identidad. Ese valor ya nos lo dio Dios.
Cristo nos asegura en Un Curso de Milagros que, pronto, todos caminaremos con un único pensamiento en la mente: “El Hijo de Dios es inocente, el pecado no existe”.

Enlace al siguiente Ejercicio:
Lección 65 /Libro de ejercicios de UCDM.

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