Mario Alonso Puig /El poder de las palabras / Vídeo de 1:04:20
Citas. Un medio para odiar:
RAZÓN Y PERCEPCIÓN
III. Fe, creencia y visión
III. Fe, creencia y visión
Pues sólo se le puede exigir sacrificio al cuerpo, y sólo otro cuerpo podría exigirlo. La mente, de por sí, no podría ni exigirlo ni recibirlo. El cuerpo tampoco.
La intención está en la mente, que trata de valerse del cuerpo para poner en práctica los medios del pecado en los que ella cree. Y así, los que valoran el pecado no pueden sino creer que la mente y el cuerpo están unidos. Y de este modo, el sacrificio es, invariablemente, un medio para imponer límites, y, por consiguiente, para odiar.
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¿Crees acaso que al Espíritu Santo le preocupa eso?
Él no te da aquello de lo que, de acuerdo
con Su propósito, te quiere apartar. Tú crees que Él te quiere privar de algo por tu propio bien. Pero
los términos "bien" y "privación" son opuestos, y no pueden reconciliarse de ninguna forma que
tenga significado. Es como decir que la luna y el sol son una misma cosa porque vienen de noche y
de día respectivamente, y que, por lo tanto, no pueden sino formar una unidad. Mas ver uno de ellos
significa que el otro ya no se puede ver. Tampoco es posible que lo que irradia luz sea lo mismo que
lo que depende de la obscuridad para poder ser visto. Ninguno de ellos exige el sacrificio del otro.
Cada uno de ellos, no obstante, depende de la ausencia del otro.
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El cuerpo se concibió para que sirviese de sacrificio al pecado, y así es como aún se le considera
en las tinieblas. A la luz de la visión, no obstante, se le considera de manera muy distinta. Puedes
confiar en que servirá fielmente al propósito del Espíritu Santo, y puedes conferirle poder para que
se vuelva un instrumento de ayuda a fin de que los ciegos puedan ver. Mas cuando ellos vean,
mirarán más allá de él, al igual que tú.
A la fe y a la creencia que depositaste en el cuerpo les
corresponde estar más allá de él. Transferiste tu percepción, tu creencia y tu fe de la mente al
cuerpo. Deja que éstas les sean devueltas ahora a aquello que las produjo y que todavía puede
valerse de ellas para salvarse de lo que inventó.
T-21.III.10-11-12 (capítulo 21, apartado III, párrafos 10, 11 y 12).
Enlace a la Lección del día.
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