Encarna Martínez |
Hola de nuevo a aquellos que leísteis mi anterior entrada Armonizando mi vida, publicada también en este blog.
A los que os iniciáis en leerme, bienvenid@s también.
Quiero seguir escribiendo desde mí y en presente para que cuando tú lo leas, si te resuena, lo sientas y lo sonrías…
Tengo una sonrisa que a veces se esconde, y a veces… se asoma…
No siempre me hace caso, ni yo le hago caso a ella… pero es bien cierto que cuando armonizamos la vida también nos sonríe.
Me gustaría ir siempre con ella, de la mano, aunque no ocurre siempre así.
Intento practicarla, implantármela, aunque mi rictus en ocasiones es de “persona seria”, que, por otra parte, también lo soy… jj.
Dedico conscientemente mi sonrisa a mi cuerpo, a mi mente, a mi energía… sonrío a los órganos, tendones, huesos, a todo el caudal que recorre mi cuerpo; a mis grandes amigas las neuronas, que hacen que sea capaz de sentir, pensar…a mi mente, incluso a mi ego…
Mi sonrisa tiene un poder maravilloso, y a día de hoy, tras 53 años y 9 meses (en la barriga de mi madre) con ella, me sigue sorprendiendo su capacidad mágica de cambiar las cosas y las personas, incluida yo, por supuesto.
Me sonrío todo lo que puedo, cuando me miro en el espejo, cuando me doy las gracias, cuando estoy con otras personas. Sonrío, sonrío todo lo que puedo, siempre que me acuerdo.
Envidio a las personas que la tienen puesta desde primera hora de la mañana, la tienen como una pegatina que reluce siempre, cómo me gustaría que me acompañara a mí también.
Intento practicarla, cuando hago yoga, me sonrío…sonrío.
Hay una pequeña máscara que me ayuda, mi nariz de payasa, ella siempre se acompaña de mi sonrisa, que sale apresurada a abrazarla, se llevan de maravilla. Yo las adoro, a ambas, porque me hacen sentir muy viva, muy jovial, muy sana y maravillosa. Y si yo me siento así… la gente de alrededor, con la que convivo, a la que compro, a la que atiendo, a la que me cruzo… se sienten también mejor.
Gracias sonrisa, gracias por existir siempre a mi lado, gracias por respetar mis silencios, quizás por esconderte sin quererlo.
Sal cuando quieras, sal, la mejor sal de la vida.
Hasta pronto Almas Sonrientes.
Gracias, muchas gracias por leerme.
Gracias, Eduardo, por invitarme en un día tan especial a volver a publicar.
Encarna Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario