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jueves, 6 de julio de 2017

El juego de la vida / Lilah

Lilah

A mi ver, considerar la vida como un juego es una manera original y divertida de tratar de comprender la existencia.
Uno de los regalos recibidos más apreciados fue Lilah. El juego del conocimiento de sí mismo, de Harish Johari con prólogo de Claudio Naranjo*.

El libro se acompaña de un tablero de juego (en papel) formado por 9 columnas y 8 filas. Una columna más que el tablero de ajedrez, lo que hace un total de 72 escaques numerados.
Al verlo, recordé haber jugado de niño a un juego similar que, en el entorno de Juegos reunidos Geyper, se llamaba El juego de la escalera, con 120 escaques: 12 filas por 10 columnas, con diferentes dibujos que permitía al jugador subir o bajar en el tablero. El objetivo era llegar a la casilla final, la número 120.

Como muestra la figura, el juego de Lilah comienza en el escaque número 1 (Génesis. Nacimiento) y su objetivo consiste en llegar a la casilla número 68 (Conciencia cósmica). Este periplo se puede conseguir tan sólo con 4 tiradas de dado, pues hay flechas que llevan hacia las filas superiores.
Mas sin embargo, el juego puede eternizarse pues hay serpientes que descienden al jugador, incluso de la séptima (63, oscuridad) hasta la primera fila (2, ilusión). 



Tablero de juego de Lilah

"Esta idea de un universo que experimenta expansiones y contracciones periódicas, en una escala de tiempo y espacio de vastas proporciones, no sólo ha surgido en la cosmología moderna, sino que también la hallamos en la antigua mitología india. Experimentando el universo como un cosmos orgá­nico que se mueve rítmicamente, los hindúes fueron capaces de desarrollar cosmologías evolutivas que se aproximan mucho a nuestros modelos científicos modernos. 

Una de estas cosmologías está basada en el mito hindú de Lilah -el juego divino o la divina obra (teatral)- donde Brahman se transforma a sí mismo en el mundo. 

Lilah es un juego rítmico que continúa en ciclos interminables, el Uno se convierte en los muchos y los muchos vuelven finalmente a ser Uno". Fritjof Capra, en El Tao de la Física.

Claudio Naranjo, en el prólogo, escribió "Una peculiaridad interesante del Lilah es que no sólo proporciona una geografía del alma, un camino estándar, sino caminos en los cuales el individuo puede caer, sin poder mantener un estado alcanzado, o levantarse hacia un estado mucho más alto que el presente, saltando escenarios. Estas caídas y saltos, representadas por las serpientes y las flechas, adornan la estructura básica, de modo que puedan originar, virtualmente, una infinidad de caminos individuales".

Entrada relacionada:
Los 72 nombres de Dios.



En una página del libro había una nota, sin fechar, manuscrita de Ona, autora del regalo, ¿Cómo se puede olvidar la boca que me enseñó a besar?


JOHARI, H.
Lilah. El juego del conocimiento de sí mismo.
Santiago de Chile, 1980, Ed. Cuatro Vientos, 183 págs.

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