Antes de finalizar el año 2011 tuve la ocasión de participar en un círculo de energía, entrelazando las manos. Más allá del calor y sensaciones localizadas en las manos, entra en juego todo el campo energético personal y universal. Una mujer del círculo sugirió evocar, vivenciar, escenas felices de la infancia.
Así lo hice. Yo me trasladé al campo. Un campo de trigales, con cielo azul profundo y alguna nube blanca algodonosa. En ese instante yo era un niño felizmente inocente, sonriendo a la naturaleza.