Un corolario de la apertura del cristianismo y del islam es su proselitismo y su empeño en la conversión, que a menudo llevan a cabo por medio de la coerción y la violencia. Esto explica en gran parte su difusión, pero no explica la conversión como resultado de la libre elección. ¿Había algo en el judaísmo, el cristianismo y el islam que les aseguraba el éxito o solo fue buena suerte? Probablemente un poco de ambas cosas.
Un caso paralelo es el auge del inglés a partir de un dialecto que hablaban unas cuantas tribus germánicas occidentales analfabetas hasta convertirse en la tercera lengua más hablada del mundo, y de facto, la lengua internacional de la ciencia, la tecnología, la educación, los negocios y otros campos.
Poca gente sugeriría que la expansión del inglés fue fruto de una orden divina. Alguna de sus características como una gramática simple, le ayudaron a ganar hablantes, pero su éxito se debió principalmente a la expansión imperial de Inglaterra entre los siglos XVI y XVII.
Del mismo modo, el monoteísmo tiene algunas características que lo hacen atractivo para los conversos, pero llegó hasta donde lo hizo con la ayuda de regímenes político-militares como la Roma imperial y el califato omeya.
En:
HEEHS,P. (2019).
Espiritualidad sin Dios. Su historia y su práctica.
Barcelona, 2021, Ed. Kairós, p. 152-153.
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