Amigo Carlos previó su marcha y nos regaló unas palabras que fueron leídas en su despedida, después de las notas de Take Five sopladas por el saxofonista que comparte el amor al jazz.
Carlos Soriano Ponce |
EL VERDADERO DOLOR QUE MANTIENE DESPIERTAS LAS COSAS ES UNA PEQUEÑA QUEMADURA INFINITA EN LOS OJOS INOCENTES DE LOS OTROS SISTEMAS.
Si debo comenzar a decir, quiero hacerlo pensando una frase que ni siquiera sé quién demonios la escribió, tal vez fuese yo mismo, lo ignoro, pero lo que sí es bien cierto, y con buen criterio digo, que todo es como el chocolate que se funde en el calor de la reposada vida de los locos.
Hace mucho tiempo que estoy desvanecido en una pausa, contemplado por los que saben regresar a todos sus instantes. Estoy suspendido en las burbujas que negrean siempre por sus necias bocas y por todas sus mitades. Me reconozco como imagen inacabada Mejor.
Aquí hay un pequeño espacio envenenado.
No debo volver a los suburbios, no debo intentar ni siquiera extender un brazo y rodear el sepulcro del pensamiento si aparece y quema, porque equivoco los colores y se van rizando las luces por una imaginación que, ahora presiento despierta, pero de nada me va a servir olvidar tranquilamente las palabras aunque el silencio sea la más húmeda transparencia que se atreve a atravesar el deseo desde afuera. No acude ninguna imagen supuestamente bella, sigue siendo una invención decimal el alba, es un fantasma sobresaltado que evoca una envoltura indefensa, y ésta mi declaración, el vértigo que se deriva sin más de su naufragio.
Los archivos continuan siendo iguales:
He llegado al suburbio...
- Un óvalo acostumbrado para los fusilados.
- Una nariz agrietada para sus males y ...
- Una boca silenciosa para los asesinados:
No me ofende ¿?
Llegado este punto, aquí, desde mi máquina de hablar... público, queridos amigos y amigas, un saludo, una reverencia y una niebla atormentada.
Creo que he perdido la imagen de a quién o para quién hablo, no importa, sé a qué, hecho esto, sé que ama sobre cualquier adivinanza. Estoy naufragando nuevamente y no quiero hacerlo navegando mi razón humana. Voy pues a disfrazar a las brujas con encajes, o quizás, vestirme (yo) con encajes de Brujas (que no sé) y no meterme entre bastidores para esbozar una sonrisa pálida, tísica o cínica, porque cualquier hombre es una palabra, y un segundo, y otra vez, de día, por la noche y con los sueños, una catarata de espejismos. El hombre es joven e inmortal, agónico instrumento de voz transparente, y cada cual, es padre y látigo y principio y alba de su escupitajo.
(me río, no puedo evitarlo, no sé cómo salir de aquí ¡¡ seré imbécil !!) (me dormiré melancólicamente, volverá la seriedad, será la recompensa vana a una pesadilla apática.)
Llega un poco de claridad. Olor a recuerdos, a imágenes y ahogos que precipitan la luz sobre el oscuro del límite. Mi voz, ahora, un poco más navegable.
Se me ocurre pensar y digo, que no tienen cuerpo los muertos en domingo, ni vestidos que los cubran con el debido rigor, y a mí ¿qué me queda sino recordarlos?. Difuntos, amigos, amados, amantes de mi foto y epitafio, sobre vuestra piel. Mi piel. Judas me vigila, y un buen día, cuando me levante, me encontraré un beso en mi café, las galletas tocarán palmas hasta convertirse en migajas y serán babas para los 'sin-dientes'. Las cucharas bailarán un vals de los que nunca sé quién imaginó, sin turbios compases de entendimiento.
Oye, ¿cómo de alto es arriba? No te esfuerces, sé que aquí no transita el tiempo hacia lo alto
si acaso, desde arriba.
Un beso.
Carlos Soriano Ponce (16/05/1955 - 19/05/2019)
Alumnos del Colegio de Begoña, Puerto de Sagunto, 1964-65 |
Carlos Soriano es el primero por la izquierda de la primera fila.
Carlos celebró su 64 aniversario en el hospital desde dónde se bajó de la vida terrenal.
Le escribo una despedida a bote pronto emocional, que leí en la reunión del lunes 20 de mayo de 2019.
Adiós Carlos
Hasta siempre a quien nos enseñó a pensar en la libertad y en la acracia.
En el cinismo y en el ateísmo.
Nos quedamos sin Ti ignorantes de si en el más allá
la conciencia continúa su viaje,
sin saber si ya estás disfrutando
en la otra vida.
Háblanos en sueños de tu viaje.
Gracias por regalarme la R de Carlos y de Soriano
Gracias por regalarme una palabra:
Yo propuse, en nuestros locos diálogos, hipotéticamente
Y tú, con tu R bien colocada
enfatizaste: Hipotétricamente.
La carcajada nos volvió a unir en la alegría de la vida,
tétrica en ocasiones.
Gracias por tu humor jodidamente inteligente
Por tu sorna jodidamente graciosa.
Gracias por regalarme tu ambivalencia,
el archivo sonoro
que ahora cobrará más valor,
por el testimonio
tan ambivalente que dejaste
en esta Valencia
de convivencia.
Adiós Carlos, Nos veremos o no.
Y si nos vemos guíanos con tu sabiduría y experiencia.
Pensaba en él, en todo lo que me ha ayudado, buscaba en internet algo que me hicera recordarle con más fuerza, temo olvidarlo entre los recuerdos. Y encontré esto, lloro de alegría y pena. Gracias a él, por esto y por todo.
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