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viernes, 23 de marzo de 2012

Relaciones


Pareja en equilibrio

Al nacer, después de haberse relacionado con el entorno a través del vientre materno, empiezan las relaciones del nuevo ser con el ámbito circundante.
Somos seres relacionales, relacionados. Vivimos en conexión, en intercambio, relacionándonos.
Las relaciones quizá más influyentes para cada ser son las de pareja. Por el amor, por la intensidad, por la complicidad, por el desamor.
Ahora, he aquí una reflexión sobre las relaciones escrita por la persona que me animó a crear este blog: Marta Salvat.


Marta Salvat

Las relaciones

Como seres humanos estamos destinados a relacionarnos. De hecho, es como más aprendemos y evolucionamos como personas en todos los sentidos.
Podríamos hablar mucho de las relaciones, pues tenemos tantas y de tipos tan diferentes, que si fuésemos conscientes de ello, sacaríamos más partido.

Las relaciones con lazos emocionales son de las que más nos nutrimos: la que tenemos con nuestra pareja o las personas con las que convivimos bajo el mismo techo, bien sean familia o compañeros de piso.
Tenemos también los amigos más próximos, los incondicionales, los que están siempre al lado, tanto si los vemos como si no, tanto si están en la misma ciudad o en la otra punta del mundo. Son relaciones en las que ponemos energía, atención, amor, dedicación… son relaciones que cuidamos y mimamos para que sigan creciendo.

Tenemos las exrelaciones y las relaciones con menor lazo “emocional”, que son las que más relativizamos: conocidos en general, vecinos, clientes, compañeros de trabajo, personas que nos atienden al teléfono…


Hablando de relaciones estrechas, por ejemplo con nuestra pareja o un buen compañero, amigo íntimo, padres, hijos o nietos, nos creemos con el derecho de recibir o reclamar alguna cosa de ellos, justamente por el lazo que hay, como puede ser atención, un comportamiento que nos agrade, unas palabras que necesitemos en un momento puntual… y la mayoría de las veces el tema no funciona.

Tendría que ser fácil la convivencia con la persona que más conocemos o que creemos conocer bastante, pero no siempre es así. ¿Por qué no funcionan las cosas a veces?
Porque esperamos… Esperamos un comportamiento (el que haríamos nosotros), esperamos unas palabras (las que nosotros diríamos), esperamos un mensaje o una llamada (¡nosotros nos comunicaríamos!), esperamos una propuesta (nosotros propondríamos), esperamos una disculpa (¡nosotros siempre pedimos perdón!), esperamos un gracias (¡nosotros somos muy agradecidos!).
Siempre estamos esperando... y la espera puede ser larga… y cuanto más larga es, más enfado acumulamos y más reclamamos al otro por hacernos esperar, porque no dice o hace lo que nosotros necesitamos que digan o hagan… y seguimos molestándonos, seguimos poniendo distancia, y la cabeza no para

¿Qué sabemos del respeto? Del respeto total e incondicional.
Respetar la manera de ser del otro, de cómo hace las cosas, de cómo habla, de cómo reacciona, de cómo comparte, de cómo se viste, de cómo se comunica, de cómo ama…sin necesidad de que se justifique por ser como es.

Aceptarlo con todas las consecuencias es uno de los caminos que nos llevan a la libertad, y la libertad es la puerta de la felicidad.

Ahora, sólo hace falta abrirla y disfrutar de lo que hay detrás…

Marta Salvat
Coach creixement personal

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