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Lorena Jover, Leonor, Bernat. |
Abraza tu oscuridad
La vida son ciclos, nunca se detiene, siempre nos impulsa a crecer y nos lleva por el camino del aprendizaje. Si nos resistimos al cambio tan necesario para nosotros, ésta no encuentra otra manera de llevarte a ese crecimiento sin mostrarte la oscuridad. No te enojes; si analizas bien como llegaste hasta este punto seguramente percibirás que tu cuerpo te avisó constantemente, que las circunstancias no te permitían seguir sin ese tan necesario cambio y tú te empeñabas en ignorar todas esas señales que te llegaban de muchas formas incluso manifestándose en tu cuerpo.
La adversidad, las dificultades y el dolor no aparecieron para quedarse, lo hicieron para que aprendas por qué estás ahí y qué deberías solucionar o equilibrar para salir de ese estado o situación y no se irán hasta que encuentres el motivo y lo soluciones.
No te pide tiempos, cada uno tiene los suyos pero sí movimiento, de lo contrario interpreta que no has entendido el mensaje y entonces te manda otro y otro hasta que con o sin aliento decidas caminar porque solo queda esa opción o rendirse.
Este año yo decidí caminar cuando ya no podía más y sigo cada día perseverante en mi empeño de escuchar, entender y saber qué lección tengo que aprender de lo que me pasó. De momento puedo decir que sé que necesitaba amor, mucho amor. Esa clase de amor que todo lo puede, incondicional, sincero y sanador. Esa clase de amor que viene de ti hacia a ti.
Saber que yo puedo darme todo el amor que necesito me reconforta.
Otra cosa que aprendí es que los abrazos pueden sanar más que cualquier medicación y que soy afortunada porque tengo muchos brazos donde dejarme abrazar.
La siguiente cosa que se me enseñó fue en un sobre de azúcar, una mañana como cualquier otra, de esas en que sientes que el día pesa y solo acaba de empezar y ahí estaba la frase “lo único urgente en esta vida es vivir”.
Es algo tan obvio y a la vez se nos olvida tantas veces a lo largo de la vida... Ahora disfruto y agradezco cada despertar, cada día nuevo pero no basta con eso, la vida es para vivirla no sobrevivirla. Aprendí que hasta en el peor día puedo disfrutar con cosas tan simples como observar las raíces de un árbol majestuoso de más de cien años, la seguridad con la que están ancladas sus raíces a la tierra, grandes, robustas, perfectamente entrelazadas, sus ramas capaces serían de aguantar una casa en ellas, el gran espacio de sombra que proporcionan... me hace pensar que ese árbol no se dedicó a ser el mejor árbol, simplemente se dedicó a ser un árbol sin más y por su especie creció más que otros sin competir ni proponérselo.
La última cosa que aprendí es que está bien estar triste, extrañar a alguien y dejar que el dolor brote de dentro a fuera de la manera que tu cuerpo quiera sacarlo. Lo que se queda reprimido buscará la forma de salir.
Está bien sentir dolor con la partida de un ser querido y no hay un tiempo escrito de cuando deberías superarlo. Lo harás cuando estés preparada. El dolor en su día fue amor así que un día se irá y volverá a serlo pero de nada sirve ocultar o negarse a sentir porque el sentimiento no lo podemos elegir, lo único que podemos hacer es aceptarlo y no dejar que se convierta en sufrimiento y la mejor manera es no negarte a sentirlo, solo permítete estar así ahora, está bien, no será para siempre mientras no lo alimentes con pensamientos destructivos.
Siembra cada día dentro del dolor una pizca de amor hasta que hagas todo tu proceso. Y recuerda que sanar no es olvidar. Sanar es necesario para amarte y amar y seguir adelante.
Por último, me gustaría agradecer a todos los que me ayudaron y siguen ayudándome a día de hoy en mi proceso, los que no me soltaron de la mano y a los que si lo hicieron sé que eso también era necesario. Mi más sincera gratitud por todo, incluso por lo vivido que sé que transformará mi vida y me acerca cada día más a mi verdadero yo y a mi propósito de vida.
Con todo el amor del que soy capaz os deseo que miréis hacia adentro y si algo no os gusta no temáis a cambiar pues la vida cambia constantemente y eso está bien.
No quisiera acabar sin manifestar un agradecimiento especial a mi sobrino y ahijado Bernat que dio luz a mi oscuridad cuando más lo necesitaba. Te quiero y atesoro cada momento juntos. También a mi madre que jamás soltó mi mano a pesar de mis 40 años. Una madre no entiende de edad pero si de amar. Gracias Mama, valoro cada cosa que haces por mí incluso cuando ya no puedes más. Te quiero.
Infinita tú, infinita yo, infinitos todos mis seres de luz. Namaste.
Lorena Jover